Alejado de los academicismos musicales, Tomás Bordalejo se nutre tanto de los mundos sonoros con los que convive como del intercambio con los instrumentistas, para construir una música tan abstracta como viva y personal.

Su trabajo se inscribe en una verdadera búsqueda composicional, marcada por un diálogo constante con las artes, la arquitectura, el urbanismo, o mismo la filosofía.

Cada obra atestigua una puesta en escena de la materia sonora y de una reflexión nueva, con respecto a la técnica instrumental.

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